La pretemporada da el pistoletazo de salida al curso futbolístico. El momento de encajar piezas y ver cómo funciona todo. O al menos, eso es lo que la gente suele creer. Juicios sumarísimos en cada partido. No ha llegado agosto y ya hay jugadores que son referentes en sus equipos y a otros hay que echarlos ya. Si pierden, es que están gordos. Si ganan, este año levantan algún título.

En realidad, a los entrenadores las pretemporadas nos sirven para que los jugadores conozcan nuestro modo de ser y la metodología a emplear. Para establecer relaciones emocionales y vínculos que se van a ir potenciando a lo largo de diez meses. Los resultados importan, pero eso debe ser secundario. En un mundo de élite, toda la gente se revuelve incómodo si ven a su equipo perder. En realidad, lo que ven es cómo su negocio/producto se ve devaluado por la derrota. Pero los entrenadores no podemos dejarnos guiar por eso, porque nuestro camino es otro.

Lo que sucede de puertas para adentro en un vestuario es distinto. El cuerpo técnico sabe que la pretemporada es el inicio de un camino. Y todos los inicios se comienzan andando, haciendo buena la frase «vamos lentos porque vamos lejos». Correr no tiene ningún sentido. Los equipos están ajustando piezas. Y en realidad, lo que se va formando está muy lejos de lo que se proyecta. Pero para saber eso hay que haber estado dentro de un vestuario.

Ganar partidos en pretemporada no vale para nada. De hecho, que haya jugadores que jueguen en otros puestos tampoco sirve para dar una medida real de lo que quiere obtener el entrenador de un jugador. Quizá solo quiere que sume minutos en sus piernas y aunque el jugador en cuestión es pivote, lo hace de central, o de lateral, por poner un ejemplo, para que vaya cogiendo tono muscular. Los entrenadores tienen una idea y un camino que andar justo a sus jugadores.

Lo que sucede es que el verano es aburrido para periodistas, aficionados y mercaderes del negocio. Y claro, hay que vender para comer. Hay ilusiones que renovar. Hay negocios que hacer. Los intereses creados. Jugadores que se van, jugadores que se quedan, un gesto de la estrella del equipo, un canterano que deslumbra… tan antiguo como el hilo negro.

Sacar conclusiones a finales de julio de lo que puede pasar en mayo del año que viene es absurdo. Y en el deporte se puede ser muchas cosas, pero nunca un necio.

Riqui Puig está en estos momentos de su carrera donde se espera todo de él. Con su nombre ya asentado entre el gran público, no son pocos los que ven en él al jugador que retome las riendas que Xavi sostuvo durante una década. A punto de cumplir 20 años, la masa social se divide entre aquellos que creen que debería formar parte activa del primer equipo y los que creen que su sitio está en el B y que todavía es muy precipitado darle algo más que minutos residuales en el equipo conformado por Ernesto Valverde. Leer más

En estos días de julio donde los medios de comunicación mercadean con fichajes ilusorios, delanteras irrepetibles o mintiendo descaradamente con tal de que el público siga consumiendo sus páginas (de algo hay que vivir en verano), siempre se adjuntan imágenes sobre carreras en pretemporada, como queriendo rascar algo de la superficie que engloba un equipo de fútbol. Jugadores que son como toros, otros que vienen pasados de peso (nada que un buen photoshop no arregle) o la última delicatessen de un jugador fichado, como si eso, en julio, sirviera para extrapolar algo de lo que sucederá a lo largo de la temporada.

Las pretemporadas, otrora incansables y exhaustas palizas físicas, han ido modificándose con el paso del tiempo, pero siempre quedan vestigios recurrentes de lo importante que es el matiz físico para la práctica del fútbol. Aunque se haya desmentido este mito hasta la saciedad, muchos siguen la corriente establecida, allá por mediados del siglo XX y cristalizado en un libro llamado «La preparación física en fútbol basada en el atletismo» del mítico (nunca mejor dicho) Carlos Álvarez del Villar, el profesor que conseguía que los jugadores del Rayo Vallecano fueran a la Casa de Campo a subir y bajar cuestas. Primero, el cuerpo, luego, si eso, el deporte.

Álvarez del Villar es un hombre de su tiempo. Con las técnicas empleadas en el deporte rey, el atletismo, su aplicación al fútbol parecían una realidad inmutable. Así, entran en el fútbol los famosos entrenamientos interválicos, el Fartlek, promovido por Gosse Holmer en los años 30, las cuestas y todo aquello que era útil para crear atletas. Con el matiz de que los atletas no corren con un balón en los pies ni los futbolistas en una pista de tartán, eran ideas donde un tipo de entrenamiento, el Entrenamiento Integrado, daba sus pasos. Que levante la mano quien haya hecho alguna vez un JULIO, las tres Z, el Circuito Oregón (para aquellos que hayan estudiado en el INEF de la Politécnica de Madrid, la variante del circuito, el «Circuito Charly», seguro que les suena)… había tantas como ideas surgían. Los jugadores eran fuertes poderosamente, no podía fallar nada.

Pero mientras en Madrid crecía a pasos agigantados esta idea, en Barcelona surgía una nueva ola. Álvarez del Villar viene del mundo del atletismo. Y Francisco Seirul.lo, también. Pero sus caminos son bastante distintos. Seirul.lo profundiza en los aspectos que hacen del deporte colectivo lo que es, proponiendo una nueva sinergética del movimiento en 1976. Así, se empezaba a gestar una idea revolucionaria: la mejor preparación física para el fútbol es jugar al fútbol. El Entrenamiento Estructurado, que entiende al deportista como un ser complejo con distintas estructuras, cambiaba el paradigma deportivo y abría una puerta donde se integraba, esta vez de verdad, todos los aspectos inherentes al juego. ¿De qué servía correr en un bosque si luego en un campo de fútbol no había árboles? ¿Qué tipo de distancias recorre un futbolista? ¿Tiene sentido correr 8 kilómetros por un prado?

Madrid y Barcelona, tan polarizados, eran dos entidades bien distintas.

Entrados ya en el siglo XXI, todavía se ven preparadores físicos que creen que salir a correr al campo es lo mejor para un futbolista. Es complicado pensar lo contrario (cambiar lo establecido nunca es fácil), pero lo que sí debe quedar claro es que no hay especificidad. Se puede decir que los jugadores están en forma, pero no que están específicamente preparados para jugar al fútbol.

Si nos paramos a pensar un poco en la mercadotecnia de los equipos de fútbol y su manera de promocionarse, siempre veremos que los jugadores del Barcelona hacen rondos, los del Real Madrid tiros a puerta y los del Atlético de Madrid parte física. Como una amiga suele decirme, parece hecho aposta para que el público lo vea. A fin de cuentas, los aficionados del Barcelona son mayoritariamente fans del pase, los del Real Madrid saben que los goles les dan los títulos y que los del Atlético de Madrid piden esfuerzo innegociable. Obviamente todos piden ganar, pero claro, lo que uno proyecta a través de los medios, es importante para mantener una identidad, sea cierta esta o no.

El Profe Ortega es paradigma de una manera de hacer y sentir la profesión. No hay vagos con el Profe Ortega. Eso parece que se intenta transmitir, algo que va de la mano de la imagen que se tiene de Simeone y el «Mono» Burgos. Nadie cuestiona sus métodos, porque se han demostrado válidos, entendiendo por validez que se gana. En un mundo de ganadores, el que gana tiene razón. Aunque se sepa que no hay especificidad, que los paradigmas han cambiado, que el Entrenamiento Estructurado hace tiempo destruyó muchos mitos y que el futbolista es futbolista y no atleta en el más estricto sentido, se siguen haciendo las mismas praxis.

Lorenzo Buenavetura, en una ponencia histórica, lo dejaba bien claro cuando hablaba de Messi y el volumen de oxígeno. La preparación física ha entrado en el siglo XXI aunque haya gente que siga con métodos anticuados. Si el baremo es ganar, seguiremos sin entender nada. Pero si el baremo es hacer algo propio del deporte, la cosa cambia.

Los preparadores físicos del futuro tienen la responsabilidad de saber lo antiguo y lo moderno, la deriva histórica sin infravalorar ninguna, pero aplicando los métodos más acertados dentro de una manera de pensar.

Seguirá gente haciendo JULIOS por los campos de fútbol, y sus equipos ganarán. Pero eso nunca será específico de los deportes colectivos, y menos del fútbol.

 

 

El Mundial de fútbol femenino ha supuesto una pequeña revolución en nuestro país. Se ha podido ver cómo las jugadoras españolas han dado una buen imagen que corrobora lo que se espera para el futuro: que el fútbol femenino sea una realidad estable y profesionalizada.

Pero además, nos ha dejado a Megan Rapinoe.

Cualquiera que haya seguido un poco la trayectoria del fútbol femenino en USA los últimos años habrá oído hablar de Abby Wambach, Hope Solo, Carli Lloyd, la más que mediática Alex Morgan o Megan Rapinoe. Las cualidades futbolísticas de Rapinoe y de las antes mencionadas no se discuten. Escorada a banda izquierda, buena en la conducción del balón, siempre cabeza arriba, con ese segundo de pausa que le permite decidir bien, un centro con gran calidad técnica… en definitiva, una de las mejores.

Pero además, Rapinoe se ha erigido en altavoz de las mujeres y el colectivo LGTBI al negarse a ir a la Casa Blanca como señal de rechazo a la política de Trump. Ese gesto, que podía quedar en nada, ha encontrado su voz a través de la libertad de expresión estadounidense que algunos quieren cercenar.

En su discurso, Rapinoe, con mucha tranquilidad (se ve que adora los focos) y gran firmeza y sentido del humor, ha expuesto las líneas magistrales de lo que como sociedad deberíamos hacer: ser mejores personas. Ha aludido a la diversidad de la plantilla norteamericana para recordar que aunque todos somos distintos, somos iguales en realidad. Sin histerismos ni alharacas, sino con la firmeza de quien se sabe en posesión de la razón.

Rapinoe es el paradigma de un nuevo amanecer para las mujeres deportistas en el siglo XXI. Como Marta Vieira y otras que han aportado, a través de sus gestos y sus discursos en televisión, su granito de arena por el avance de la mujer en la sociedad y en el mundo del fútbol en particular.

Rapinoe no reclama nada que no sea suyo o de cualquier colectivo que se siente discriminado. Y lo hace apelando a la razón del pueblo, a trabajar todos, a pedir responsabilidades a la sociedad, pues somos nosotros quien hacemos de la vida lo que es.

El siglo XXI ha entrado en el mundo del fútbol y con él, las mujeres. Ignorar su mensaje será un error para el deporte. Ignorar lo dicho por Megan Rapinoe, un error para la sociedad.

Ojalá más Megan Rapinoe en el futuro. Love more. Hate less…

No sé quién dijo que los deportistas son los héroes modernos de nuestro tiempo. Pero probablemente tenía razón. Normalmente estos términos suelen ser exagerados (son sólo deportistas, le pegan patadas a un balón y cobran millones, son de carne y hueso como nosotros) y con casi total seguridad, no anden equivocados. Pero a veces, sólo unas pocas veces, pisa la tierra gente predestinada a hacer cosas grandes. Leer más

Veamos, yo he cambiado la música cinco o seis veces, de modo que supongo que eso es lo que he hecho. Ahora dígame usted qué cosas ha hecho que tengan alguna importancia, aparte de ser blanca». Leer más

Normalmente los equipos que emplean un Sistema 1-4-4-2 con Rombo en el centro del campo son equipos que basan su ataque en el contraataque. Poseen un lanzador (mediapunta) que al robar el balón suele encontrarse en zonas de último pase. Leer más

El Sistema 1-4-3-3 tiene una cualidad única: Sólo tiene tres jugadores en el centro del campo, así pues necesita de unos componentes especiales para ser efectivo. Leer más

El Sistema 1-4-2-3-1 se utiliza cada vez más. Nace como una variante al 1-4-4-2, intentando compensar los problemas existentes cuando se enfrentan a un equipo que juega en rombo. Con este tipo de Sistema lo que se busca es un dominio en las Transiciones (Defensa-Ataque y Ataque-Defensa). Leer más

El Sistema de Juego 1-3-5-2 se utiliza relativamente poco, pues dada su complejidad y sus especificaciones es un sistema difícil de adaptar si no se cuenta con jugadores que cumplan ciertas capacidades y comprensión del juego. Leer más