Un entrenador formador
A ti, que nos has dejado antes de tiempo.
Echaré de menos ir por los campos de fútbol y saludarte, siempre con una sonrisa, riendo de cómo jugaban los equipos con despreocupación, siempre con ganas de pasar un rato agradable. La última vez que te vi estabas dirigiendo a tu equipo, moviéndote de un lado a otro, buscando balones que se iban lejos, animando a tu equipo (juraría que era un equipo femenino) y saltando con los goles que marcaban. Joder, se nos ha ido un buen tipo.
Escribo estas líneas porque hay un nexo que nos une: nuestro amor por el balón. Por ese levantarse cada día y realizar nuestro habitual ritual: ponerse el chándal del club, revisar las últimas cosas que haya en la mochila para que nada se olvide y salir de casa. Llegar al campo y notar la tensión, la que te hace sentirte vivo, esa llamarada que azuza cada vez que se cierra la puerta del vestuario y tú estás dentro.
La sensación de salir al campo a ejecutar el plan del equipo. O, como mínimo, que se lo pasen bien y disfruten. Y cuando termine, salir satisfecho con que lo dieron todo y tú también. Por esto, por estos ínfimos momentos que componen una vida, necesito escribirte estas líneas. Porque cada partido que juguemos, te recordaremos.
Siempre que una persona del deporte nos deja, imagino que se encuentra con mi padre, allá donde esté. Que se ponen a hablar de deporte, iniciando una conversación desenfadada sobre el deporte y la vida, el jugar, el recordar momentos y jugadores. Como si mi padre fuera un anfitrión a todo aquel nuevo residente.
En los minutos de silencio que se producen, siempre miro al cielo y pienso que ójala el partido le guste a mi padre, que el partido sea digno de ver. Es una estupidez, lo sé, pero es mía y como tal la siento. Porque con mi padre el nexo era el deporte, al igual que contigo.
Echaré de menos pasear por los campos y no verte, pues solo la gente del deporte entiende lo que son los amigos del deporte. Los entrenadores formativos, los entrenadores formadores, aquellos que lejos de los focos solo quieren lo mejor para su equipo, que invierten (porque nunca pierden) su tiempo en hacer que otras personas puedan practicar el deporte que aman. Porque cada mañana que dejas la casa para ir al campo, sabes que es un día importante. Tu día. El día de partido.
Todos los entrenadores de fútbol base estaremos en deuda contigo, porque fuiste ejemplo de lo que todos somos, aquellos que nos levantamos cada sábado o domingo para que un grupo de personas pueda, por unas horas, olvidar problemas en casa, de estudios, de pareja. Un lugar donde fueron felices. Y donde gracias a ti, gracias a esos momentos, lo fueron.
Continuaremos tu legado con la cabeza bien alta, sabiendo que recogemos un testigo que no debemos mancillar. Te echaremos de menos, joder. Claro que lo haremos.
Y quien sabe si la pequeña sale tan buena jugadora como Messi…
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