Discutir el modelo, entender el modelo

Se habla mucho del modelo que debe acercar al Barça a la élite europea, especialmente cuando su máximo rival gana un título. Y se habla mucho del modelo porque el Barça tiene un modelo que le conduce al éxito, lo cual es una ventaja importante.

Cada cierto tiempo siempre se discute sobre la idoneidad del modelo, sobre su mejora, sobre sus variantes, sobre si es encorsetado o no. Siempre aparecen los nombres habituales, como Pep Guardiola o Luis Enrique. Dudas que atormentan al culé. ¿Acabaremos, en nuestro camino por la excelencia, siendo una suerte de equipo elitista feliz en su torre de marfil? ¿Lo seremos ya?

Intentar repasar los problemas del modelo es extenso (aquí lo explico más detallado: https://ricardozazo.com/futbol-vulgar-barcelona/) y no es la intención central de este texto. La idea es entender qué se discute, desde qué óptica se discute y por qué se da predominancia a unas cuestiones en lugar de a otras.

Hay que empezar diciendo que el modelo siempre es objeto de debate para mejorarlo. Y ese modelo se mejora, la historia nos lo ha enseñado así, profundizando en él. Así que vamos a arrojar algo de luz sobre por qué, en 2022 y tras varios títulos, todavía hay quien cree que el modelo es el sueño de Charles Foster Kane en Xanadú.

Se cree (o se deja caer) que el aficionado culé que se aferra al modelo es un ente sin criterio incapaz de adaptarse a las circunstancias presentes. Lo que se llama un talibán del estilo, bajo la premisa de que hay que optimizar los recursos, ser flexible y que el tiempo vuela para pensar en el 1-4-3-3. En resumidas cuentas, lo mismo que se decía en 1994 tras una noche en Atenas.

Lo del estilo y el entorno siempre han sido conceptos manoseados en función de a quien le interese más. Que el Barça gana con un estilo ortodoxo siguiendo los designios de Cruyff (sí, Cruyff no era el más ortodoxo del mundo, lo sabemos), el entorno aparece con motes despectivos que socavan la credibilidad imperante porque todo el mundo quiere su momento de gloria.

Por contra, si el equipo gana con un doble pivote y Paulinho entrando como un elefante en una cacharrería por el centro del área se da por bueno el resultado y cierto sector (otro entorno pero entorno como todos al fin y al cabo) se tira de los pelos (virtualmente hablando) alegando que eso aleja al Barça de su estilo.

Lo que siempre se obvia  (ya sea interesadamente por conveniencia o desidenteresadamente por ignorancia) es que hay una cuestión central tangible y explícita: El Barça gana más (y mejor, aunque haya quien lo niegue) cuando es fiel al modelo de juego importado por Cruyff.

A partir de aquí hay que hacer dos distinciones: la primera, el paso de aquellos entrenadores que no han mirado a Cruyff y les ha dado igual todo y la segunda, aquellos que acercándose al modelo desde varios prismas han dado su toque personal.

De los primeros intentaremos ser rápidos: a Robson le daba igual todo máxime teniendo a Ronaldo Nazario, Martino no supo por qué había llegado, Valverde fue fiel a sí mismo y Koeman añadió a esa fidelidad por uno mismo unos desconocimientos impropios de un entrenador de élite.

El problema, como siempre, son los intereses creados en torno al modelo, principalmente porque mucha gente come del Fútbol Club Barcelona y porque en las redes sociales es fácil medrar cuando articulas un discurso que, aunque vacío de contenido la mayoría de las veces, tiene largo alcance.

Hagamos un pequeño viaje muy simplista: de Cruyff a Guardiola (en clave Barça, claro, el Pep de Munich y el de Manchester son distintos pero es capcioso ajustarse a sus variaciones pues no son ni el mismo club ni las mismas condiciones, aunque eso se obvie por interés), de Pep a Luis Enrique, de Lucho a Xavi. Obviaremos a Tito Vilanova por la falta de tiempo que tuvo, por desgracia.

Cruyff trae el modelo pero es un modelo que siente, no que estudia. Son Juanma Lillo y el maestro Seiru.lo quienes conforman el corpus del modelo a través de una metodología, el Entrenamiento Estructurado, y unos preceptos basados en la complejidad del ser humano como deportista (no vamos a extendernos mucho en esto pues el texto se centra en otras cosas).

Guardiola PROFUNDIZA en el modelo. Lo hace suyo y le da vueltas profundizando en él, buscando ser cada vez más ortodoxo, partiendo de ciertas líneas innegociables dentro del modelo. Busca el Barça 2.0. y sublima el estilo.

Luis Enrique ACTUALIZA el modelo, pensando en las mejores vías para seguir mejorando. Pero, y esta es la mayor diferencia, lo hace desde la heterodoxia.  Y lo hace a través de un golpe (que todavía pagamos) a la línea de flotación más importante del equipo: sus interiores. Gana, sí, pero el modelo se resiente. Con Rakitic como principal ejemplo (https://ricardozazo.com/rakitic-como-sintoma/). El Barça de Luis Enrique no es el 3.0, sino el 2.1.

A partir de ahí, y parafraseando a Robert Frost, dos caminos divergen y su elección hará toda la diferencia. Hay que sumar dos cosas más: la crisis galopante por el Covid-19 y la crisis presidencial de aquellos que, con una imagen impoluta, pisan la cárcel.

Desde ese subsuelo y como llamada de salvavidas, Joan Laporta rescata a Xavi para la causa sin tener ni un cimiento de los que había cuando Guardiola llegó en 2008. Si Guardiola amplió el habitáculo y Luis Enrique acabó vendiendo la casa para comprar una en la playa, Xavi tiene unas hectáreas de metros cuadrados para empezar a construir en un terreno que apenas es urbanizable. Y él debe construir el Barça 3.0.

Todo lo reseñado anteriormente no son divagaciones propias de un fanático del modelo sino hechos tangibles. De la profundización a la actualización, de la actualización a la desfiguración. Esto, que parecía consensuado, sale a colación al levantar otra Champions el Real Madrid. Y se «culpa» al aficionado defensor del modelo, al que se le acusa de inmovilista.

Esa lectura, la del culé inmovilista, es muy simple, propia de aquel que teclea en su ordenador tirando de tópicos. El culé es prudente, acomplejado en ciertos aspectos, pero no es inmovilista ni se deja seducir por cantos de sirena ocurridos hace años. Básicamente porque no son cantos de sirena, sino el camino para ganar. Lo dice la propia historia del club.

Luego está la tan manida frase del doble pivote, lo que ya es el súmmum de no entender nada (o no querer entenderlo, que toda publicidad es poca). Una cosa es el sistema, otra el modelo y otra los módulos de juego (https://ricardozazo.com/la-importancia-de-los-sistemas-de-juego/). Si algo tiene el Barça es que te obliga a ser profundo en tu pensamiento. Por eso un pensamiento superficial,  como el del doble pivote, aparece cada cierto tiempo. Para el aficionado de bar o el tuitero es algo fácil de ver. Para el debate simple de un viernes por la noche puede valer. Pero si se va a profundizar en el tema, tu credibilidad salta por los aires. Al menos si de los que quieres hablar es de fútbol-fútbol, que diría Laureano Ruiz.

También está la cuestión sobre que cualquier cambio molesta al culé de turno, quien, como si fuera un ser lleno de luz y pureza como los unicornios o Galadriel, se enervara si todo no es como debe ser. Repetimos: eso es llevar la discusión al absurdo. Bienvenidos sean los cambios, porque los sistemas complejos te inducen a ello. Pero el cambio debe tener sentido, no reducirlo a simplezas.

El aficionado culé sabe que el club tiene una hoja de ruta a seguir. Costará más o menos pero llegará a su destino si la sigue. Y durará más o menos en tanto en cuanto la riegue y cuide sin podar sus raíces. Lo demás es literatura barata.

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