No del todo recto

Desde pequeño, no sé por qué, veo mejor las cosas si están ladeadas que si están perfectamente colocadas. Quizá sea cuestión de perspectiva, o como parece más lógico, porque mi cerebro tiene ciertos compartimentos dañados vete-tú-a-saber-por-qué. De todos modos, siempre me ha parecido algo muy curioso.
Esto no quiere decir que cuando vea las cosas rectas no las entienda. Al contrario, las veo muy bien. Pero cuando se ladea mi cabeza, todo cobra sentido de otro modo. Como cuando se hace un corte transversal con una katana, casi imperceptible, y las dos mitades se superponen y una de ellas cae al suelo, provocando un estruendo gigantesco.
Probablemente así sea tu corazón. O el mío. Cuando se rompe.

No nos pongamos tan filosóficos, al corazón no le pasa nada, bombea sangre tan ricamente. El problema, como siempre, eres tú. Tú y tus ansias, tus ínfulas, tu nada, tu todo, lo que abarca y lo que excluye. Tu personalidad. Tu sensibilidad.

Parémonos un segundo en esto. Eres sensible. Todos somos sensibles, pero no todos somos perceptivos. Cada uno a su estilo, a su modo.

Es cuestión tuya recorrer ese camino no del todo recto que es tu vida. O la mía, en este caso.
Es muy probable que no percibas nada de lo que estoy diciendo, pues como ya te comenté, eres sensible, pero no percibes nada de tu alrededor.

Tu camino difiere del mío. El mío es no del todo recto, el tuyo es recto hacia una monotonía que te pervierte y convierte en un ser sumiso.Y no te envidio lo más mínimo.
Ha llegado ya la hora de entender que tú vas a ser lo que tú quieras que seas (esto, de nuevo, no lo comprendes).

Me visto. Salgo a la calle. Seré lo que quiera ser.

Entiendo que mi camino no es del todo recto, ¿pero acaso algo lo es?

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