Tareas de entrenamiento: entender el camino

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Si el fútbol es una manera de sentir, es importante que el sentir sea comunitario. No vale de nada tener sensibilidades diferentes a la hora de interpretar el juego, como si se mezclaran agua y aceite. Uno siente lo que siente y con ello debe asumir una manera de hacer las cosas.

No todo el mundo tiene la misma sensibilidad cuando se aproxima a desarrollar una manera de juego. Hay quienes tienen unas líneas maestras basadas en la entropía, en la incertidumbre, en el ver qué pasará. En el lado opuesto están los que sostienen la necesidad de reducir la entropía, de no reducir la complejidad, de estimular para que las cosas puedan ser. Ambos, a largo plazo, suelen tener efectividad.  De los que hay que huir como la peste son de los que no son ni una cosa ni la otra, ya sea por incapacidad (hasta cierto punto, salvable) o por falta de interés (sin duda alguna, reprochable).

Por tanto, un cuerpo técnico recorre un camino junto a sus jugadores (hasta que el presidente de turno interceda, claro) y eso lo hace en base a sus tareas de entrenamiento.  Para ello, necesita conocer y hacer suyos una metodología, una estructura, unos principios que le sirvan de guía a los que asirse cuando el barco zozobre.

La mayoría de entrenadores conocemos los distintos tipos de tarea que se pueden dar (evoluciones, acciones combinadas, ruedas de pases…) así que eso no es lo relevante. Cada día, salvo contadas excepciones ancladas en 1920, el entrenamiento que suele hacer la mayoría de los equipos se basa en el contacto con el balón y en la disposición que se puede hacer con él y sin él, si bien conviene hacer una apreciación para entender bien los tipos de entrenamiento.

  • El entrenamiento analítico: un entreno analítico que desglose las acciones del juego, lo cual lleva a la mecanización( y, probablemente, al aburrimiento), es un modo que se usa poco. Bielsa, por ejemplo, es el máximo exponente de esta metodología.
  • El entrenamiento global: realizar tareas descontextualizadas en las que haya situaciones con gran número de jugadores sin una intencionalidad clara es algo que se ve cada vez menos, pero tiene una vertiente fruto de la ignorancia: pensar que el entrenamiento global es similar a otro tipo de metodologías en las que participan muchos jugadores.
  • El entrenamiento integrado: un día, alguien pensó que sería buena idea integrar distintos apartados dentro de una metodología. Así, descontextualizado, empezó a relacionarse la parte técnica, táctica, física y psicológica. El famoso mantra «todo se realiza con balón».  Sea eso lo que quiera que sea.
  • El entrenamiento estructurado: Paco Seirul.lo y las ciencias de la complejidad comenzaron a contextualizar, armar y desarrollar una metodología donde la complejidad del ser humano deportista confluyera en las relaciones con sus compañeros. No se trataba de integrar, sino de estructurar.
  • La periodización táctica: En Portugal, Vitor Frade razonó sobre el juego, sobre el saber jugar. Junto a otros, desarrolló una serie de principios y sub-principios en los que desglosó su conocimiento del juego. José Mourinho es su mayor referente.

No entraremos a valorar cada uno más de lo debido y explicar cada metodología excedería con mucho las intenciones de este texto, e incluso puede que algunas falten. Baste con señalar que en función de lo que uno sienta y conozca obrará en consecuencia. Y que el entrenador debería conocer la variedad de corrientes existentes, estar actualizado y formado para poder elegir, porque todo cambia y a veces vuelve.

Por tanto, diseñar tareas de entrenamiento que lleven al propósito buscado es tarea del entrenador, quien debería pensar qué situación es la que se adecúa mejor a los intereses de su equipo. Desde aquí recomendamos coger cualquier libro titulado «1000 ejercicios de…» (añadan ustedes lo que falta) y tirarlo  por la ventana. Es el mejor favor que se harán como entrenadores porque nunca nadie hizo dos entrenamientos iguales con sujetos distintos. Una cosa es buscar ideas y otras fusilar tareas que no se pueden ni deben extrapolar. Por ejemplo, buscando secuencias de centro-remate si tienes a Tévez o a Falcao, por decir dos jugadores opuestos para esa situación.

Pero además, las tareas deben tener un hilo común que es esa metodología de la que hablábamos antes. No es cuestión de hacer tareas distintas e inconexas, sino de darles un todo que les dé sentido. Por eso la metodología a seguir es importante y el diseño de las mismas debe ser coherente. Y además hay que señalar algo más: realizar tareas con el mismo nombre (véase juego de posición o ruedas de pase) no significa que siempre deban buscar los mismos objetivos ni la misma organización formal. Es en esos detalles donde se marca la diferencia, en ir un paso más en la profundidad del conocimiento.

Establecer una rutina de entrenamiento en tus jugadores permitirá reducir la incertidumbre y aplicar hábitos. Esos hábitos deberán ser variados y flexibles para poder lograr el mayor espectro posible en unas hipotéticas situaciones de juego. Eso lleva a no parcelar distintas fases del juego ni a reducir la creatividad del jugador sino más bien a todo lo contrario, aunque haya veces que tengamos que pararnos a pensar, mirar, interpretar y explicar.

Así, una rutina de un entrenamiento puede llevar las siguientes fases:

  1. Protocolo de lesiones: cada vez más importante.
  2. Calentamiento/Introducción: no solo es la puesta en marcha del jugador sino el comienzo que hilvana toda la secuencia del trabajo de campo.
  3. Parte principal/ejercicios clave: la base sobre la que se sustentará el entrenamiento con sus adaptaciones.
  4. Aspectos concretos reducidos: ya sea para enfatizar algo que se quiere buscar en tu modelo de juego o en la estrategia operativa del partido.
  5. Estiramientos/vuelta a la calma: parte final de la sesión.

Sumemos a esto las horas de vídeo, charlas, reuniones… todo tiene que estar lo suficientemente atado para ser susceptible de ser cambiado si fuera necesario, pues siempre hay golpes, lesiones e imprevistos.

Generalmente, todos los entrenadores hemos empezado igual, copiando a otros. Poco a poco, hemos ido haciendo nuestro camino y hay cosas que intuyes que gustan al jugador. Hay veces en los que cambias de tarea y tiras de lo más clásico porque notas que tus jugadores necesitan eso a veces, aunque no creas en ello. Todo el mundo tiene un pasado y desaprender no es fácil si no se tienen la voluntad y la mentalidad adecuadas.

Elegir una metodología no es ser inflexible, sino más bien todo lo contrario. Ser lo suficientemente flexible para poder adaptarte y hacerlo a todos los niveles, físico, emocional, cognitivo…

El deporte es adaptación, como todo en la vida.

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