¿La gente entiende el fútbol?

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Cuando el Manchester City decidió sacar el balón en corto para, tras una secuencia de pases, buscar un balón largo en campo contrario, algunos se llevaron las manos a la cabeza, como si se hubiera cometido un acto impuro. ¿Qué sacrilegio había cometido el equipo de Guardiola? Buscar un balón largo a la espalda de la defensa tras una salida de balón posicional. No contentos con ello, prosiguieron en su diatriba pensando algo que en su cabeza sonaba demasiado bien: la idea de poner a Guardiola como un falsario porque, oh, su equipo había buscado un pase largo en una jugada que había acabado en gol.

No perderemos el tiempo aquí en comprar su relato, porque es importante la higiene mental y sacar la basura cada día. Lo sorprendente no eran los compradores del relato, a diestro y siniestro, sino una pregunta subyacente. ¿Comprende la gente lo que ve cuando está viendo un partido de fútbol?

Partamos de la base de que opinadores de todo hay a montones en la vida . Y que en Twitter tienes que estar siempre abriendo la boca o perderás tu oportunidad de ser alguien durante 15 minutos. Cuando uno ve un partido de fútbol, ¿sabe lo que está viendo? No hablamos de grandes análisis, sino de mínimos imprescindibles. ¿Sabe lo que busca su equipo cuando hace algo? Se puede argumentar que el aficionado no tiene por qué saberlo pues el fútbol responde a algo atávico y catártico desde su origen. Entonces, siguiendo esta lógica, convendría no decir sandeces que sonrojan. O al menos intentar limitarlas, lo cual choca con nuestra irrefrenable ansia de parecer que sabemos de algo solo porque nos gusta. No sé si en otras artes pasa (me pregunto si alguien que ve muchos cuadros o ve ballet se cree pintora o bailarín, por poner dos ejemplos), pero en el deporte el comentario no solo es gratuito (faltaría más, todo el derecho en eso), sino que muchas veces está vació por desconocimiento total o parcial.

Luego está el otro lado del río, el que expone con argumentos lo que ve, al que siempre miran con desdén porque proyecta en ellos su propio reflejo: el que les hace ver que no saben. Con lo cual, el ataque suele ser inmisericorde para que a ellos les cuadren sus teorías. Proyectemos eso a niveles de altavoz nacional, en los medios de comunicación. La intoxicación perenne y el complejo de inferioridad. Sumen el rencor que se le tiene a algunas figuras. Y el ataque al que intenta explicar lo que pasa es notorio. Que si filósofo, vendehumos, fracasado…

Nos preguntábamos al principio del texto si la gente entendía de fútbol. ¿Cómo no voy a entenderlo?, pensará alguien, si veo todos los partidos de mi equipo y me sé todas las plantillas. Y también juego al Comunio (¿Sigue existiendo?) y al FIFA. ¡Cómo no voy a entender! Además, en el telediario han dicho justo lo que yo pensaba.

Así, entre librepensadores futbolísticos que degluten partidos pasa la vida. Y pensando que el City metió un gol de un pelotazo. Uno no puede más que sonrojarse, y no es por elevación intelectual (aunque ellos, en su complejo, piensen que sí), sino porque no es necesario abrir la boca para sacar a relucir una falta de prudencia en lo que se dice. Y además, porque parece que el fútbol es el único deporte donde puedes ser un perfecto ignorante de la materia y que tu opinión sea elevada a cuotas importantes si tienes los focos adecuados.

No será por la falta de libros que desgranan aspectos del juego, o por la falta de interés que el fútbol despierta en nuestro país. Entonces, ¿por qué hay que escuchar en varios lugares cosas que, no solo no son ciertas, sino que van en contra de la lógica interna del juego? Ya no hablamos de si te cae mejor Guardiola o Zidane, si piensas que el Barça robó en un partido al rival o el Madrid en otro (como dijimos antes, la higiene mental es importante) sino simplemente constatar hechos y no parar a pensar lo que se dice.

Si el aficionado no quiere formarse en según qué cuestiones, o peor aún, atiende al ruido sin intruirse con gente que hable del juego, ¿cómo tomar entonces su opinión? ¿Cómo aceptar burradas semejantes día tras día y además ofenderse si les señalas el error porque su complejo asoma? ¿Cómo discernir el juego si no hay predisposición? ¿Cómo se combate el bombardeo masivo en redes sociales, prensa, televisión y radio con medias verdades o mentiras directamente?  Y sobre todo, ¿quieren los interesados cambiar su opinión o están felices revolcándose en el lodazal que les han puesto?

Cualquiera que quiera hacer un poco de pedagogía futbolística será bautizado como un filósofo. Cualquiera que quiera señalar aspectos profundos del juego será considerado como un funambulista del lenguaje. Cualquiera que quiera explicar el desarrollo de un partido (porque los partidos, como los libros, hay que leerlos) será tildado de algo despectivo en función de otras motivaciones.

Por contra, el palmero, el que tiene cuotas de pantalla, el que dirige opiniones desde un despacho, el que con 100.000 seguidores en twitter dispara contra el que odio, ese sí tiene la razón, ese sí que sabe. Y si no sabe, al menos forma parte de un circo en el cual uno se siente identificado. ¿Entender el juego? Eso a quien le importa. Lo que hay que hacer es meter gol y punto.

Cada vez es más complicado encontrar un análisis que no sea, ya reposado, sino sencillamente verdad. Porque no hay que dejar que la verdad te estropee un hilo de twitter o un programa de máxima audiencia…

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