Riqui Puig como paradigma
Riqui Puig está en estos momentos de su carrera donde se espera todo de él. Con su nombre ya asentado entre el gran público, no son pocos los que ven en él al jugador que retome las riendas que Xavi sostuvo durante una década. A punto de cumplir 20 años, la masa social se divide entre aquellos que creen que debería formar parte activa del primer equipo y los que creen que su sitio está en el B y que todavía es muy precipitado darle algo más que minutos residuales en el equipo conformado por Ernesto Valverde.
Hagamos un poco de memoria y miremos con perspectiva. Desde que Guardiola se fue, la actualización del equipo culé pasaba por Cesc Fábregas y Thiago Alcántara. Con el malogrado Tito Vilanova, el gran valedor de Cesc, a los mandos, la salida de Thiago no pareció ser tan importante, probablemente porque Tito tenía depositadas en Cesc todas las esperanzas. Cuando la enfermedad de Tito se agrava, la idea pergeñada por los defensores de la Masía se va al traste. Sin Tito, podemos decir, la última actualización de los canteranos se queda sin finalizar.
La llegada del Tata Martino, que bastante tenía con sobrevivir en el maremagnum culé, no tuvo trascendencia. El equipo peleó por todo pero no ganó nada, lo cual equivale a estar despedido sin remisión. Luis Enrique era el elegido y su llegada provocó más de un volantazo.
Sinceramente pienso que Luis Enrique quería actualizar la idea guardioliana, pero en lugar de mejorarla por los patrones de conocimiento ya adquiridos (ADN culé), lo hizo por lo de los complementos que faltaban. Así, comienzan una serie de decisiones y fichajes que van, como Efecto Mariposa, en pequeña cascada.
En su primer año, Iván Rakitic es la sensación, pues sus llegadas desde segunda línea y su colaboración física en las ayudas a Alves son muy meritorias. Con Xavi como jugador número 12, y con la MSN arriba como bestias implacables, la idea de Luis Enrique revitaliza el vestuario. La idea había sufrido un pequeño retoque, pero el precio pagado merecía la pena.
Y en esas siguió Luis Enrique, quien, tras haber perdido a Xavi, sigue pensando en mirar fuera y nunca en casa. Las llegadas de André Gomes o Arda Turan son un fiasco, y Rakitic empieza a ser previsible para los rivales. Metido en banda derecha, todo el peso del equipo recae en Iniesta y, como no, Leo Messi.
Tras la etapa de Luis Enrique, y ya con el ascensor del Barça B averiado, la llegada de Valverde supone otra vuelta de tuerca en las aspiraciones de los canteranos culés. Valverde no modifica la idea de Luis Enrique a la manera que este intentó con la de Pep, sino que directamente impone otra: un repliegue cercano al doble pivote donde Messi y Suárez tendrían que barrer el frente de ataque.
Paulinho o Arturo Vidal daban esas dosis de testosterona necesarias (al parecer) a un equipo que era sólido, fiable y gris. Con Arthur, la ilusión de ver un interior posicional volvió, pero pronto se vio claro que Arthur, como Rakitic, no manejan el juego de posición. Carles Aleñá asomaba en el horizonte, pero el club decidió fichar a Frenkie De Jong, a día de hoy una incógnita en Can Barça, a pesar de sus tremendas cualidades vistas en el Ajax.
Esta retrospectiva sirve para entender una cosa: la promoción de los canteranos, especialmente aquellos que juegan en el puesto de interior, se ha visto interrumpida. Hasta la llegada de Aleñá, ninguno de los canteranos que han pasado por juveniles (y hablamos de tres generaciones) se ha asentado. Solo Rafinha, que para nada es interior aunque Luis Enrique le pusiera ahí, sobrevive en el primer equipo (Sergi Roberto juega como lateral).
¿Tiene Riqui Puig que jugar en el primer equipo? Respondiendo a la gallega, depende.
Si en el primer equipo hubiera una idea de juego común como en tiempos pretéritos, donde los canteranos que hablaban el Idioma Barça estuvieran a gusto, sin lugar a dudas. El problema es que eso no existe ahora mismo. Parece, pues, que los pocos minutos que se puedan dar a Riqui Puig serán residuales. Es más, tampoco Carles Aleñá tiene un sitio claro en la rotación como interior, estando por detrás de Arthur, De Jong, Vidal y Rakitic. Tanto Riqui como Aleñá entienden el fútbol de posición mejor que los cuatro pero Valverde no está para promocionar canteranos sino para ganar. Y según su idea, Rakitic y Vidal le dan cosas al equipo que Aleñá no. De Riqui ya, ni hablemos.
El problema de Riqui Puig es haber nacido en un momento en el que el canterano culé se ha visto poco valorado, o mejor dicho, igual de valorado que antes de la llegada de Cruyff. Pep Segura, que tiene nula confianza en los canteranos, dirige las operaciones. Así, ¿le conviene a Riqui Puig jugar en el A o en el B? Para mí, el problema no es si debe estar en uno o en otro, sino saber si hay una hoja de ruta con los canteranos que tienen marcado subir al primer equipo. En esto no hay otra lectura posible: hay jugadores llamados a participar en el primer equipo del Barça porque llevan el ADN culé implantado y quemando etapas de formación. Si no están en el primer equipo es porque priman otros intereses, no porque no estén capacitados.
Un canterano que juega en el Barça B tiene, en mi opinión y de manera general (si te llamas Messi esto no sirve), que seguir las siguientes pautas:
- Primer año en el B: jugar gradualmente.
- Segundo año en el B: ser titular y pieza importante.
- Tercer año en el B: titular y compaginarlo con primer equipo en todos los entrenamientos y algún partido de Copa/Champions/final de liga.
- Cuarto año: Subir al Primer equipo, oír ver y callar.
- Quinto año: Ser el jugador número 12-14.
A partir de ahí, darle los mandos.
Eso significaría que un jugador de la cantera se asentaría con 21-22 años en el primer equipo, algo más o menos lógico. Riqui Puig tiene 20 años, así que todavía tendría que quemar etapas en el B, según lo expuesto anteriormente. El problema es que maneja el juego de posición mejor que los que están en el primer equipo y eso a día de hoy es un problema, pues se ve a la legua que tanto él como Aleñá tienen un estilo que define al Barça en cuanto a posicionamiento y sentido del juego.
Si en el primer equipo estuviera, por ejemplo, un Thiago, la necesidad de subir a Riqui no sería tanta, pues, con mayor o menor éxito en cuanto a títulos, el Barça sería siendo un equipo reconocible. Pero sin interiores de posición y con un entrenador que no tiene ninguna intención de variar su idea, el aficionado culé ve que los canteranos están pidiendo paso. Ese es el principal escollo, que la fluidez de canteranos que manejan el juego de posición se fue con Tito Vilanova y su actualización.
Riqui Puig y Carles Aleñá están en una época parecida a la que había con Sir Bobby Robson. Del primer equipo para abajo se trabajaba de una manera y en el primer equipo, de otra. No es una situación nueva en ese aspecto. Lo que sucede es que la llegada de Guardiola reveló una de las claves culés: cuando se confía en los canteranos y se olvida querer ser el Real Madrid a golpe de talonario, el Barça gana, y gana mucho.
Ahora mismo, con un entrenador que no cree en el modelo, una secretaría técnica que solo apuesta por jugadores físicamente fuertes y una directiva que ve en la fluidez del dinero cierto margen de beneficios, es complicado que los canteranos tengan oportunidades.
En 2021 habrá elecciones. Veremos si hay golpe de timón o el Efecto Mariposa sigue su efecto. De interiores de posición a interiores físicos. El proceso lleva cinco años ya y quien no quiera verlo, miente. En estos tiempos en los que defender al canterano es sinónimo de ser purista y demagogo, los que ven en ello radicalidad donde simplemente hay fe y creencia, buscan, a la mínima oportunidad, argumentos con los que rebatir. Es la conjura de los necios particular de los canteranos culés: pasar por pequeños matices lo que es en realidad desfigurar una idea de juego.
Mientras, esperamos ver a Riqui Puig ofrecerse entre líneas. Solo Iniesta lo ha hecho en el último lustro…
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