Escucha a tus alumnos

Muchas veces uno tiene la sensación al tratar con adolescentes que apenas sabe algo de ellos. No me refiero a algún alumno o alumna en particular, sino al hecho de que sabemos muy poco de cómo entenderles, de cómo tratarles, de cómo ser conscientes de su individualidad en un mundo cada vez más gris, donde todo el mundo es copia de la copia.

Si eres profesor o profesora, escuchar a tus alumnos es algo crucial. No porque se vaya a hacer lo que ellos quieran, ni mucho menos, sino porque necesitas saber con quién estás tratando. Generalmente con alumnos que no saben qué está pasando, pues descubren un mundo que no se ajusta a sus expectativas, donde crecer no era tan divertido como parecía años antes, donde empiezan las responsabilidades, donde su idea de mundo no encaja con el mundo que les han ideado.

Porque la adolescencia es un proceso complejo y merece nuestra atención. Y porque a veces, solo a veces, los alumnos quieren que les escuches. No sé la razón por la que lo hacen, en una época llena de tecnología en la que con un solo click tienes la atención de miles de personas. Quizá sea porque todo lo que hay en Instagram, Snapchat, Twitter o Facebook es simplemente efímero. Y lo verdaderamente importante requiere un poso de paciencia.

Un profesor es un transmisor de conocimiento. Pero también es un guía del aprendizaje, un facilitador para que los alumnos puedan desarrollarse. También el consejero-enlace con los padres, el hermano mayor que intenta explicarles lo que es la vida, el que les dice lo bueno y también lo malo, el que se preocupa por ellos, el que les obliga a preguntarse cosas.

Hago un alto en el camino para constatar una realidad: todos los profesores nos preocupamos por nuestros alumnos. Puede que haya profesores más cercanos y otros menos, pero todos, absolutamente todos, quieren lo mejor para sus alumnos. A veces eso es lograr una buena nota, otras que no se metan en problemas. Otras, que sean felices.

Es importante, decía, escuchar a tu alumnado. Y también que el alumnado quiera que le escuchen, lo cual suele ser bastante frecuente. Y entender su complejidad como seres humanos. La empatía es necesaria (cada vez más) en un mundo insensible (cada vez más). Como dice el gran Kase. O «suben la envidia y la avaricia, baja la verdad, el amor y la justicia» (escuchen a sus alumnos y, de paso, buena música).

Puede que los alumnos no lleguen a ser lo académicamente brillantes que podrían llegar a ser. Eso escapa al control de un profesor. Lo que no escapa, pues pasamos horas con ellos durante meses, es poder infundir unos valores de respeto y tolerancia. En definitiva, hacer ciudadanos responsables que piensen por sí mismos. Y que en ese proceso, sean felices.

Los profesores somos moldeadores de talento. Pero hay muchos tipos de talentos. Lo que no cambia nunca es que trabajamos con material sensible. Y hay que escucharle. Quién sabe si les has cambiado la vida…

 

PD: Escuchen a Kase.O

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