Docentes en el Coronavirus

El mundo se para. El Coronavirus penetra en la sociedad y ataca a todos los niveles o estratos sociales. Como si fuera una plaga egipcia, de repente estamos todos confinados.

Ser docente en los tiempos del Coronavirus seguramente sea estudiado en el futuro. Si algo ha dejado claro esta pandemia es que hay que reconfigurar nuestro modo de vida, nuestro modo de relación y nuestro modo de entender el planeta en que vivimos.

¿Cómo trabajan los docentes en los tiempos del Coronavirus? En primer lugar, hay que señalar lo evidente: seguimos trabajando. Hay gente que piensa que no y otros que estamos de vacaciones. Son los mismos que nunca se ponen en la piel de un profesor y están  resentidos por los periodos vacacionales que tenemos (y que merecemos, pues lidiar con el alumnado exige un periodo para recargar las pilas).

Y frente al ordenador, escribimos nuestras tareas, las mandamos a los alumnos por algún tipo de correo o aplicaciones y a lo largo de la mañana seguimos ajustando lo que mandamos y lo que nos llega. Esto lo hacemos todos los docentes y, como en todo, habrá docentes mejores o peores, más estrictos o más laxos, pero siempre intentando que el aprendizaje del alumno esté  siempre en el primer plano mientras lidiamos con administración y servicios. No tenemos tiempo para aburrirnos, no.

Pero además, seguimos interactuando con los chicos y chicas del centro. Intentamos que, dentro de nuestras posibilidades, no solo se formen sino que además tengan algún rato de desahogo. Que puedan ver cosas interesantes pero que si necesitan algo, estamos cerca. Esta crisis nos toca a todos y todos debemos estar unidos.

En el caso de la Educación Física el problema es mayor, pues la actividad física se restringe enormemente, y los profesores nos las vemos y nos las deseamos para que los chicos puedan hacer actividad física sin perjuicio de su tiempo de estudio a la vez que les ayude en otra otras facetas, como la psíquica o la emocional.

Además,  hay que contar con las particularidades de cada alumno o alumna: su acceso a internet, su disponibilidad de ordenador o los problemas familiares derivados de esta situación. No es fácil y siempre hay que ir ajustando, con sus errores y aciertos.

Como docente, quiero creer que todo esto servirá para que todo el mundo entienda la importancia de una educación publica donde impere la equidad y los recursos lleguen a los centros educativos sin importar dónde vives. Lo privado ha quedado en entredicho.

Como ser humano, quiero creer que todo esto servirá para entender que tenemos que repensar nuestros recursos y nuestra manera de entender el modelo de vida que queremos llevar.

Y dar pronto un abrazo a mi alumnado, ver de nuevo sus caras, contagiarme de su alegría y su energía. Porque, de todo esto, tiene que salir una sociedad mejor.

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