Cuestionar todo

La duda es inherente al ser humano, de eso no hay duda, valga la redundancia. Dudar y preguntarse cómo deberían ser las cosas en lugar de aceptar que las cosas son tal y como son, por mucho que nos empeñemos en retorcer la realidad para hacerla nuestra.

Nos pasa cuando vemos un partido de fútbol. Todos quieren pasar el partido por su rabillo del ojo, intentando que todo se adecúe a su percepción de cómo deberían ser las cosas. No se engañen, nadie está exento de esto, ni el que escribe.

Dudar, decíamos, es lógico y hasta sano. Lo que no lo es es quedarse en la duda de manera perpetua porque entonces se produce una parálisis que afecta a todo el organismo. Como puede ser un equipo de fútbol, anclado en una manera de ser y hacer las cosas.

Por tanto, hemos de cuestionarnos las cosas que (nos) suceden pero desde una perspectiva lógica, con afán de sumar, no con ánimo de destruir, cuando nos preguntamos qué le pasa a nuestro equipo.

¿Qué le sucede al equipo? ¿Ahora no vale ninguno? ¿Qué se hizo bien para ganar y qué se ha hecho mal para llegar a esta situación? ¿Es un problema colectivo o en realidad es simplemente que jugadores o entrenador no están a la altura?

Con esa premisa, solo hay que oler el rastro que deja el camino bien hecho. Qué pasó para que fuera mal, en qué punto se perdió todo. Ser un Hänsel que esparza migas por el camino. Ir por las baldosas amarillas de camino a Oz. Entender que si hubo una ruta, puede hacerse de nuevo el camino.

Pero cuestionar todo no quiere decir cuestionar absolutamente todo. El mameluco asoma rápido cuando quiere rasgarse la camisa despotricando sin orden ni concierto. Ruidoso pero inofensivo a fin de cuentas, agotador la mayoría de las ocasiones. Un dolor de cabeza temporal.

Aquel que cuestiona hasta lo que hace bien un equipo está viendo una obra de teatro que no entiende. Para él o ella el equipo es una pantomima, un engaño, un juego de espejos que no llega a comprender por mucho que se esfuerce. Así que de la manera más atávica posible gruñe y escupe por la boca todo lo que su mente no puede alcanzar. Cuestiona todo no cuestionando nada.

Decíamos que había que cuestionar todo para encontrar soluciones pero es importante querer encontrarlas. Por el camino de la duda uno se deja neuronas, horas, sueño, salud en definitiva. Es coherente dudar pero lo justo para no herirse. Un equipo es un ente orgánico de cabezas que se interrelacionan. La complejidad del juego que no se puede descomponer hace que todo el sistema tenga que ponerse a funcionar para evitar vías de agua. Como cuando un boxeador recibe un derechazo y debe repartir la sacudida por todo el sistema nervioso de su cuerpo para no caer.

Cuestionemos todo para hacer algo mejor.

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